… trabajo y vivir
tranquilo es lo que quiere el obrero, escuela para sus hijos, que lo sepa el
mundo entero, …
La
primera noche del otoño, languidecía sentado en el sillón de la salita de casa,
el que está situado frente al ventanal de la terraza, apenas se diferencia esta
noche con las del estío por una leve
brisa que se abre paso por el denso aire que inflama la habitación.
Cansado
de la abundante información económica y de sus negativos pronósticos, tan
pronto terminan los programas infantiles, previo al sueño de la infanta, me
apresuro a desconectar el diabólico aparato para entregarme a la lectura en una
paz infinita, que apenas es interrumpida por unos acordes de guitarra que a
bajo volumen se reproducen de un disco de Vicente Amigo. Absorto por tan efímero
placer, me sorprende el requerimiento de mi señora que, tomándome de la mano me
encamina para el lecho conyugal mientras me musita al oído que me va a enseñar
el paraíso, a la vez que me hace ocupar el lugar donde habitualmente yace y
desde ese ángulo, me invita a mirar por la ventana, donde sorprendo a una
espectacular luna haciéndole compañía a la iluminada torre de la mezquita y
exclama que ese es el paraíso, en esa quietud poder leer un buen libro,
escuchando una tenue música, ver una espectacular luna acompañando a la
mezquita a través de la ventana mientras la caja de Pandora repone fuerzas bien
cerradita en la habitación contigua.
Pero
esa es la definición de paraíso de mi señora, yo lo hubiera mejorado con algún
pequeño detalle más, pero para esa noche los dos estuvimos de acuerdo en que
pocas cosas podían mejorar esa sensación. Y me vino a la memoria como
sintetizaba mi abuelo todas sus necesidades, para ello utilizaba el estribillo
de una canción de su época, que decía algo así: “… trabajo y vivir tranquilo es
lo que quiere el obrero, escuela para sus hijos, que lo sepa el mundo entero,
…”
Me
declaro afortunado por reunir las tres condiciones, sufro por quien les falta
alguna y me lamento por los que teniendo mucho más se mortifican por ser insuficiente.
Desconozco si es conformismo, un rasgo de mi carácter o consecuencia de ser
funcionario, lo cierto es que me hace extremadamente feliz y quiero
compartirlo.
Feliz
otoño
Adjunto le envío varias fotografías más para
que publique la que mejor le parezca. No quiero dejar pasar la ocasión para
interesarle que estoy bastante preocupado por el hecho de que hayan construido
una mezquita en el patio de luces de mi edificio y consciente de que visitan
ilustres letrados su blog, aprovecho para demandar asistencia jurídica para
accionar contra tal desaguisado.
Gracias
José Carlos
Te lo ampliare con un comentario posterior, pero sobre la marcha te havo saber, amigo José Carlos, que es sencillamente bello. Un abrazo
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