martes, 27 de agosto de 2013

Agosto caliente




CRONICA VERANIEGA: CACHAS Y TRASERO


 
 

Xurri Gemelo


Hoy me he levantado polinizado. Sí, me afecta el polen; y eso que la primavera ya ha dejado su efecto, pero el verano yo creo que lo incrementa. Ahora tengo los estambres más tiesos. Cosas de la vida. No hay cosa que más me encienda los sentidos que el ángulo regular que hace una pierna femenina en exposición permanente. A medio broncear, con su brillo de hidratación y la tersura del cuidado. Ahora proliferan las piernas así; desde la aparición de la minifalda en verano, eso va en aumento: ya no son minifaldas, sino microfaldas o microshorts o, a veces, hasta maxicinturones. Y aparecen así hasta en los gimnasios. Yo -no es sexismo-prefiero los gimnasios solamente masculinos: ¿de qué me sirve darme la paliza en la elíptica, si tengo delante una colección de glúteos y nalgas femeninas que, en un vaivén de tersura, me hacen creer que vivo en el infierno rodeado de ellas?...dejo de dar pedales y sólo sudo de placer. Las cachas (cashas en mi tierra) de mujer, son el elemento más dinamizador de deseo que pueda existir. Así de claro. Cuando, a la vista de un elemento cárnico de tal enjundia, se mira de arriba abajo, se traza un tiralíneas visual que recorre desde unas imaginadas ingles, hasta los deseables tobillos (un dia escribiré sobre la esencia tobillar y sus concatenaciones: tomillo-tobillo; tomelloso-tobilloso) pasando por la morbidez del muslo, la arquitectura y danza de la rodilla y el terciopelo de la pantorrilla. Es un manjar que se viene a la boca y a la lengua, que sueña con hacerle a la pierna una carretera de saliva sinuosa…

El mayor espectáculo del mundo no es el circo. Es ver a una mujer andar. Como cuando algo me gusta, decido conocerlo más a fondo, un dia tomé unas clases de anatomía y mi profesor (en una regla nemotécnica para no olvidar los nombres de los músculos de la pierna) nos decía que quien mejor los mueve es una mujer: “Cuatro musculitos niña se te mueven al andar: los dos gemelos, el sóleo y el delgadito plantar” Y no sabéis cómo me fijo. Y no sólo en los músculos. Lo malo es tener que volver la cabeza cuando ya se ha hecho el análisis del frente y al pasar a tu lado, decides ver el “derrière” (así le llaman los gabachos al culo, manda narices…). Nunca me doy la vuelta y menos con la edad que voy teniendo, pues prefiero aguantarme las ganas que quedar de viejo verde callejero. Pero nadie me prohíbe imaginarlo: el trapío de las piernas femeninas por detrás es la quintaesencia del placer; nunca he sabido -al recorrer una cacha- si termina o empieza en la curva de la nalga, porque su anarquía geográfica no tiene fin. La generación de mujeres que nos sigue han ganado en longitud pernil y ha cambiado la estética: a mí me sigue gustando todo. Las piernas de Sara Montiel (que eran cachas puras) y las de la Kurkova me siguen pareciendo un manjar de vista y… de gusto si pudiera. Ahora las piernas van kilométricamente en un fino descendente para acabar en un tobillo envidiable: yo creo que van paralelas a los ecosistemas: ahora hay más aves zancudas, y las mujeres no van a ser menos. Se me van las meninges en estas elucubraciones y digo como un buen amigo al que pillé de rodillas orando: “Señor ¡Si me quitas las fuerzas, quítame también las ganas!” No os he contado todo. Habrá más.

viernes, 2 de agosto de 2013