viernes, 20 de diciembre de 2013

Solicitud de amonestación

Reproduzco el texto remitido por José Carlos

Sin la pretensión de condicionar, ni siquiera orientar ni alentar a la comisión disciplinaria del G8, que otrora se creara al efecto, sí me gustaría dar mi parecer acerca de la crisis creada en el tradicional homenaje a la mujer cordobesa.

Seguramente no sea el más indicado para esta disertación, ya que de todos es conocido que soy el más díscolo en estas líderes, pero la crisis abierta hunde sus raíces hasta la misma esencia de creación del grupo, siendo de tal calibre que lo oportuno sería la exclusión, si no estuviera expresamente prohibido por los estatutos. Como ello no es posible, confío en la ecuanimidad de la comisión de disciplinaria para que hechos como los acaecidos no sean sustentados con explicaciones tan parcas, tardías y deleznables. Para ello, pido que se tengan en cuenta las siguientes consideraciones:

Mas allá del reproche societario, que llegará, debe de haber un reproche social-femenino por haber privado a estas del paseíllo, porque para ir a la taberna nada mejor que hacerlo con una mujer bien hecha, rematada, de trapío y bien puesta. Esta no era cualquier cita; era su cita, la de las féminas y si no hubiera mujeres en la plaza, no valdría la pena vestirse de luces.
Para el caso de que, con lo relatado hasta ahora, no se considerara falta muy grave, hemos de tener en cuenta que son muy sonadas las reiteradas ausencias de la sede social, que en su conjunto deberían ser consideradas falta muy grave. Para el caso que no se tuviera en cuenta, esta reiteración debe considerarse un agravante.

Debemos evitar que pase como con la mula, que cuando se amacha, no hay espuela que la mueva. Por ello no podemos responder con tibieza y sugiero se deben de extremar las precauciones con pases de castigo y tocando los bajos, incluso machetear de pitón a pitón porque es bravo y se crece al castigo. Tendremos que picarle en lo alto hasta desmelenarlo y si no torna y sigue con falta de fijeza, se repucha y quiere irse, habrá que picar tapando la salida. Aunque de todos es sabido que una silla dorada no hace de un asno un caballo, es nuestro deber reconducirlo y enseñarle el camino. De lo dicho hasta ahora no puede alegar indefensión y si lo hiciera, él solo se ha buscado, ya que la mejor defensa es con la presencia.

No nos debe amilanar que eche las manos por delante y que  no tenga ni un pase; tenemos que devolverlo al corral sin los tres avisos por que es preferible parar los pies que salir por pies; hemos de cogerlo por los cuernos, y compararlo con el mal torero: “En la calle mucha planta, y en la plaza (la taberna) mucho miedo”.
Además de las sanciones que con mérito se ha hecho acreedor, debe de llevar aparejada otra de amonestación en la que le quede claro que repucha en la suerte, no está puesto, no tiene ni un pase, está para el arrastre y no remata las faenas y en estos casos, lo mejor es cortarse la coleta. Como diría un gran amigo mío: “en el G8, ¿qué somos? ¿huevones o leones?” Pues eso.


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